En el va y viene de la vida estoy por aprender una lección, por ahora no la tengo muy clara pero parece que corresponde al tema del destino.

No se como paso pero paso, me gustaría contarles una historia de una amiga de un amigo que me parece tan alentadora que de seguro le dará esperanzas a mas de uno que considere que el amor no tocara a su puerta.

Una noche esta amiga de mi amigo conoció a un joven, le pareció guapo y al conversar un poco mas se aseguro que también era interesante. En esos tiempos nadie buscaba algo más que una simple compañía para pasarla bien así que ese encuentro solo duro un par de tragos y piezas de baile. Esta misma dinámica sucedía de vez en vez, el tiempo pasaba en días, meses y hasta años, ella no estaba clara cuales eran las intenciones de estos encuentros aunque nadie lo admitía parecía que entre ellos había “algo” aunque nada que ameritaba desprenderse de sus ropas pero si una atracción, que se definía en una serie de miradas profundas y acercamientos intensos, como esos calores en el cuerpo que uno no sabe de donde vienen pero que te sofocan placenteramente. Al fin después de tanto pensarlo decidieron aventurarse. Parece que pasaron la prueba y quedaron satisfechos (espero que me estén siguiendo, no quiero ser tan explicita con el cuento de otro) esto no se repitió mas. Ninguno de los dos comentó nada y nadie pidió una explicación, los dos se sentía muy adultos.

La tierra siguió girando para cada quien por su lado, hasta que un fin de semana el vuelve aparecer. Ya ella extrañaba a su extraño, cuando lo vio se percato que el siempre le había gustado y se sentía algo incomoda de admitirlo y espera que el hubiera regresado para intentar “algo más”, resulto ser que este fue otro encuentro fugaz entre dos conocidos poniéndose al día, como si el tiempo no hubiera pasado por ellos. Después de ese día no se vieron más por el resto del año.

Tiempo después ella recibió la noticia de que el se iba a casar. Ella pensó que nunca hubo nada especial en esos encuentros que no significaban más que eso. El había encontrado el amor y estaba dispuesto a entregarse para siempre. Ella desilusionada de lo que la vida le presentaba en el momento, decidió olvidarse de lo que sentía.

Un par de peleas entre el sol y la luna por protagonismo, había pasado meses cuando el apareció, no había rasgos de que hubiese recibido un “si” y nuevamente le quitaban la pausa a la película ya comenzada.

Para ella estaba vez era diferente, prometía un mejor momento, una persona mas segura de sus sentimientos, ya había pasado el tiempo oscuro sola, esperaba que el también pudiera dejar atrás sus recuerdos y que se arriesgara una vez más.

Ellos intentaron que su relación al azar salida de la nada fuera algo más, y por mas que trataron no funciono. Pero el giro de esta historia resulto ser inesperado, en el tiempo que estuvieron juntos el reafirmo que no había dejado de querer aquel “si” y aunque no pudiera regresar el tiempo se daría la oportunidad de ganarse ese amor perdido. Ella en silencio cerró ese capitulo y nunca más pregunto por el “hubiera”. El destino trabaja de manera extraña. El admitió que ya estaba perdidamente enamorado y que forzar a su corazón a dejar atrás lo que sentía era algo absurdo y ella admitió que el amor no es de una sola vía y para sentirlo debe manifestarse sin ser forzado. Ninguno de los dos suspiró decepcionado por los momentos compartidos, el probarse a si mismo era lo mejor que habían podido pasar. Al fin y al cabo solo ellos sabían que existían.

Ahora los dos seguían por caminos distantes y nada mas los haría encontrase, serian dos extraños conocidos ahora en vidas paralelas que nunca fueron ni amigos, ni amantes, ni novios solo fueron unos acomodadores del destino.

El amor aparecerá en tu vida en la forma que sea necesario que se manifieste, ya sea amando a otro o aprendiendo amarte a ti mismo.