miércoles, 16 de marzo de 2011

Los que seguimos dando vueltas

Hace poco recordé lo mucho que me divertía en los cumpleaños a los que asistía de niña, entre la piñata, las canastitas y la hora de soplar las velitas había ciertas actividades que propiciaban un estado de alegría que ahora de grande difícilmente puedo lograr. Los juegos supervisados por los padres eran inocentes y buscaban integrar a la fiesta a todos los niños y niñas así que era común participar en “ponle la cola al burro”, “la papa calienta”, “la queda” y “juego de la silla” este último fue el que inspiró esta entrada ya que pocos sabemos la similitud de esta “dinámica de grupo” a la vida adulta, es más usémoslo como ejemplo para ilustrar cierta situación que se presenta en nuestra sociedad entre los veinte o treintitantos años de edad.

Imagínense que está en una gran fiesta, muy decorada y con todas las facilidades y lo escogen para participar de un juego con un selecto grupo de hombres y mujeres (igual cantidad para cada género) y en frente de ustedes han colocado una serie de sillas en circulo con los respaldos hacia dentro. Una de las reglas básicas de este juego es que habrá una silla menos de la cantidad de jugadores que darán vueltas alrededor del conjunto con esto se crea un balance para que comience la competividad por no quedarse de pie, ya que el que queda sin silla sale del juego. Ahora bien, debe estar seguro de su agilidad y de tener su sentido auditivo dispuesto a reaccionar más rápido de lo habitual. Ahora comienza a ver detenidamente a sus rivales, mientras les explican otras restricciones como son nada de empujones, patadas o zancadillas, nota que cualquiera de ellos puede ser vencedor en esta competencia de animación sociocultural. Algunos participantes son más tímidos, otros más desafiantes y preparados.

Suena la música y todos sonrientes giran alrededor de las sillas siguiendo el ritmo, en un momento para la música, cada persona intenta sentarse entre gritos y empujones, otros se aferran a la silla. Finalmente se elimina a un jugador y una silla (irónicamente luego la persona termina sentándose cómodamente en la silla para seguir viendo el juego desde otra perspectiva) luego arranca nuevamente la competencia, se recompone el círculo y vuelve a sonar la música (en este punto piden que bailen, aplaudan o salten para desviar la atención hacia las sillas restantes) y así se repite el juego hasta que la última ronda se hace con una sola silla y dos jugadores. Ya dejaron las sonrisas y la cordialidad en el pasado ya casi se ha convertido en un duelo, las miradas fijas en la única silla, es un momento decisivo mientras los ex participantes siguen disfrutando del payaso, de las picadas y de otros juegos menos estresantes, claro y si se cansaran de todo esto no importa porque pueden optar por usar la silla que los elimino.

El desenlace es que te quedaste de pie viendo como arrastran la última silla y todos celebran juntos su victoria. Agitado te decides a seguir la fiesta pero ya no es igual. Hacen un segundo llamado para que el juego inicie nuevamente, esta vez lo que participan son los que quedaron por fuera en la primera ronda, por cortesia te invitan y tu dices: "que diablos, si igual es divertido" y vas otra vez a lo mismo.

El punto es que poco a poco a todos les toca salir del juego para encajar en la sociedad cuadrada que nos dice que es lo correcto para hacer, pensar y sentir. Si sigues dando vueltas y disfrutando lo que haces, sin ataduras o compromisos te pronostican que serás un fracasado.

Hay un grupo que me acompaña en el peregrinaje por complacerse a si mismo, a no pensar que las cosas tienen una sola forma de hacerse y que dan fé que todos los caminos no llevan al mismo lugar es decir que te cases, tengas un trabajo fijo y no tengas excesos no da como resultado felicidad, estabilidad o vida eterna.

Si eres feliz con lo que haces y piensas que es lo correcto sigue tu propio instinto al fin y al cabo eres tu el que esta en juego.

Seguimos dando vueltas tal y como el mundo lo hace, no se detiene ni el tiempo tampoco, entonces para que quedarse quieto.

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