Y si la victima fuera yo…

11:48 p.m.

Destreza básica de la comunicación de la que carecen los periodistas. Pablo sale de la oficina poco antes de las nueve de la mañana, lleva su cuadernillo, bolígrafo y un maletín que contiene una cámara fotográfica profesional, cargador de baterías, varias memorias y un lente luego de la reunión que dejó muy claro sus asignaciones se dirige a cumplir con su nutrida agenda. Varios intentos fallidos para transportarse, siempre contra el tiempo, consigue un taxi. El conductor, un hombre de aproximadamente 48 años, le comenta al reportero de la calle que está muy preocupado de la situación de inseguridad que vive el país y lo poco o nada que hace el gobierno al respecto. Él considera que la mano dura no ha dado resultado y que cada vez las victimas son más las personas que nada tienen que ver con el delito,pandillas,tráfico de drogas o el crimen organizado. El taxista al percatarse de la poca atención prestada por el pasajero, le pasa el diario que en su portada presenta la imagen de un hombre sobre una cama de sangre. La publicación llevaba como título “Le repartieron bala” al verla el reportero echó a reír ya que por casualidad esa foto era de su autoria, recordó cuanto le costó conseguirla, esquivarse de los policías que no le permitían realizar su labor fue un inconveniente hasta que sus contactos de Medicatura Forense del Ministerio Público le consiguieran un buen ángulo para capturar la escena. La foto le valió el reconocimiento de su jefe quien le asigno cubrir una noticia más prestigiosa como incentivo. Debido al tranque ya usual en la ciudad pide al conductor que improvise un atajo para ahorrar algo de tiempo alegando que asi podrá tomar otra carrera, el taxista a sabiendas que está adentrándose a una área considerada “zona roja” decide aventurarse. Se detienen en el semáforo cuando derrepente son abordados con pistola en mano por dos sujetos que piden al conductor el efectivo. Éste comienza el forcejeo y una bala perdida logra dar con su vesícula de aquel hombre trabajador, padre de cuatro hijos, dos de ellos recién nacidos. Toman el dinero guardado en el cenicero y revisa los bolsillos del desafortunado mientras consideran si dejar vivir al testigo quien se cubre el rostro e inmóvil se encuentra en la parte traser del vehículo. Los delicuentes al ver el maletín deciden agarrarlo y por instinto Pablo reacciona y trata de salir del vehículo cuando es interceptado por una bala y cae al piso, se arrastra para intentar huir y protegerse es cuando en cuestión de segundos se escuchaba un concierto de detonaciones que estremecían las paredes de los cuartos alrededor habitados por personas indiferentes que muy probablemente se resguardaban debajo de sus camas esperando que lo que ya es usual pasará. Los ahora homicidas huyeron sin mayor complicación pero antes uno de ellos se topa con la portada del periódico y se la muestra a su compañero esperando que lo de hoy también salga en primera plana. En orden usual llegan las autoridades competentes en este tipo de situaciones, salen los vecinos del área pero nadie sabe nada. Llega el fotógrafo de turno en el diario número uno en circulación y toma las respectivas fotos que logran ser portada y vender miles de ejemplares a la mañana siguiente con el título “Iba a trabajar y termino acribillado” Es lamentable que hoy por hoy el periodismo esté enfocado en la presentación de informaciones que abusan del desconocimiento o ignorancia de sus lectores, que subestimen sus capacidades al definir como “noticia” un violento homicidio utilizando como recurso imágenes agresivas que se olvidan de cualquier parámetro ético y del derecho de las víctimas a que su imagen sea utilizada de manera seria y no sensacionalista. Una realidad maltrecha que conduce al lector a conclusiones equivocadas y que lo hace indiferente a la realidad. Muchas veces nos preguntamos si esos ilustradores de hechos no piensan en el dolor, mas allá de lo compresible, que siente la familia, amigos, compañeros y conocidos de esa victima al exponerlos a imágenes de ese suceso traumático y la posibilidad de causar daños sicológicos. Esta responsabilidad no es solo del periodista o fotógrafo que cubre la nota sino también del medio de comunicación que aporta a que se siga dando esta exposición de información dañina que enaltece actos que nada tiene que ver con el respeto a la vida, los derechos humanos y la convivencia pacifica y que sobre todo calan en la mente de la audiencia haciéndolos sentir cada vez mas vulnerables en la sociedad.

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